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Prensa

 

Guadalajara, Jalisco, a 05 de diciembre de 2024

La literatura LGTBIQ+ es para un lector cualquiera

Al igual que un leyente de la comunidad lee cualquier novela por su historia y contenido, la etiqueta no significa que los textos sean exclusivos para la diversidad

 

Desde un idilio entre un profesor y un inmigrante, un escarnio hacia el machismo del norte de México o la historia de un anfibio que es una metáfora de un ser ajeno para los animales puramente acuáticos o terrestres, así son las historias que un lector cualquiera puede encontrar en el texto En un mundo “raro”. Antología de la literatura LGTBIQ+, donde la editorial Dos Bigotes reunió el trabajo de autores de 17 países, de distintos géneros y generaciones, cuyo resultado final se presentó en el Pabellón de España de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

            Los temas elegidos por los autores son la familia, la violencia, espacios seguros, comunidad, identidad, raza, homofobia, conjugados en lenguajes literarios que quisieron que fueran temas comunes a todos, como pueden pensar que los ven los lectores que no son comunidad, señaló David Ruiz López Prisuelos, promotor cultural que moderó la presentación en la que participaron tres de los autores, dos mexicanos y un español.

A grandes rasgos, el escritor andaluz Alejandro Simón Partal, quien ha publicado teatro, novela, ensayo y poesía, compartió que su colaboración es un texto un poco vago, una cosa ya publicada, el capítulo de un libro que presentó que aborda la historia de un profesor español que en 2015 se enamora de un refugiado sirio en el norte de Francia.

El relato del mexicano Ángel Valenzuela se inspira en su cultura del norte de México. Explicó que él nació en 1979 y creció en los ochenta, hijo de padres de rancho y además primogénito, con expectativas en su familia al ser el primer varón. Su texto habla de esa masculinidad del norte para burlarse de cómo al hombre heterosexual se le exige demasiado, tanto que no se le permite explorar su sexualidad. A lo largo de su vida ha escuchado a muchos hombres que se autocensuran, que no se permiten conocer a sí mismos, que se niegan estar en contacto con su placer y su identidad. Su relato es una crítica a esos modelos de masculinidad.

La mexicana Gabriela Jáuregui exploró la libertad en un cuento “breve y juguetón” titulado “Fiesta anfibia”, que es una forma de nombrar la bisexualidad y abrirse a la pansexualidad, concepto que antes no existía como tal, de ahí que surgiera la metáfora con los ajolotes, las salamandras, las ranas, animales que habitan el mundo del agua y de la tierra y son seres incómodos para las categorías. Ese es el lugar que han ocupado los seres que viven en ese espectro, como personas catalogadas como poco confiables, y ella quería celebrar ese espacio de ambivalencia, de heteronormatividad. También quería que fuera un texto alegre, de las posibilidades de nombrarse con la delicia que les permite el lenguaje y celebrar en medio de tantas historias tristes. Así, quiso hacer un festival y una invitación para celebraran ese mundo raro.

Ruiz López Prisuelos los interrogó sobre qué implicó colaborar en la antología. Para Partal, las antologías son necesarias para recoger sus debilidades, sus conquistas, donde varias personas caminan a un destino común, que es tranquilizar al lector. El sentido de estos libros es generar un diálogo con el mundo para generar empatía, una comunicación que desemboque en el entendimiento. Le consuela pensar que estas antologías crean confianza y seguridad en la persona que las va a leer. Esas son las conquistas de la literatura.

Jáuregui afirmó que sintió una validación, un momento de celebración por sentirse vista desde esa óptica y acogida en un espacio con otras voces donde había puntos de convergencia y disidencia. Para ella fue una reivindicación, pues de pronto lo que antes se había nombrado de manera sutil ahora fue legitimado. Consideró que sus textos son polifónicos, pues están acompañados de muchas voces, es algo que hizo posible que ella se sentara a escribir. Se siente agradecida con las ancestras reales que hicieron posible que ella estuviera ahí, por las personas que abrieron el camino.

Ángel Valenzuela se detuvo a meditar qué significa que su literatura cargue con esa etiqueta, si el participar en esta antología le abriría puertas o las limitaría. Explicó que la literatura habla de la experiencia humana y esta literatura es tan sólo otra manifestación, por lo que se preguntó por qué es necesario etiquetarla.

Partal le pidió a Jáuregui permiso para leer un fragmento de su texto. “Somos las niñas perdidas bajo el sílex, el ónix, el cuarzo, en los cuartos, la lava. Nos hundimos, fundimos, fundamos, fruncimos, frondosas. Andamos filosas, punzocortantes, punteamos, desde la evaporación nos condensamos, cuestión de intensidad más que de identidad, la diferencia, almas dobles no doblegadas, plisadas sí, inasibles, azarosas, somos envueltas en luz, sombra, sangre, andando y anidando, lola, aleta rota y risas, anfibiamente felices, invocamos e invitamos a los salvajes…”.

La antología literaria, concluyó Partal, fue escrita para que cualquier persona la lea. Cuando él lee una novela no piensa en la orientación del escritor, sino en su propuesta. Cree que, aunque sea una antología de la comunidad, trasciende más allá, por lo que no entendería el por qué alguien heterosexual no quisiera adentrarse en los textos.

 

Para más información contacte a:

Mariño González, coordinadora general de Prensa y Difusión, al teléfono (+52) 33 3810 0331, ext. 950