Mi padre es poeta y mi madre bibliotecóloga,
así que empecé a escribir así como otros
aprenden a afeitarse: no por decisión
personal, sino como parte de esas cosas
que toca hacer en la vida. Cierta dispersión
me llevó a la prensa: primero a la revista
Caretas; luego, al diario El Comercio.
En 2003 publiqué mi primer poemario,
Marineros y Boxeadores, bajo el
influjo de Melville, Stevenson y Conrad; al
que siguió, cuatro años después, Frágiles
trofeos. De la prensa pasé a la publicidad y
de la publicidad a la edición.
Luego hice todo junto a la vez que
publicaba un pequeño conjunto de
prosas, La forma de los hombres que
vendrán, a lo que siguió La muerte de un
burgués. Por obsesión reconstruí el paso
de Melville por Lima en 1843, licencia que
publiqué como una falsa novela epistolar
bajo el nombre de La ciudad más triste. Este
año publiqué Al norte de los ríos del futuro.
En octubre asumí la gerencia editorial de
Planeta. |