©Gustavo Stephan

Nací en 1970, en Río de Janeiro. Mi relación con la literatura comenzó cuando era muy pequeña, incluso antes de aprender a leer. Me encantaba oír e inventar historias, generalmente con animales. Solía contar esas historias a mis padres cuando viajábamos en la carretera. Recuerdo que los animalitos generalmente morían al final del cuento, pero en seguida los resucitaba para continuar la historia. El gusto por la escritura fue creciendo en la misma medida que crecía el gusto por la lectura. Pero no pensaba ser escritora, quería hacer teatro.

   Sin embargo, la literatura ocupaba un gran espacio dentro de mí, era tan natural como respirar, aunque no me daba cuenta de que podía ser una elección profesional. Cuando comencé a estudiar letras, esa idea se hizo más clara.

   Cometí la locura de hacer dos facultades al mismo tiempo –de teatro y de literatura– lo que me hacía ir de un lado al otro, de un texto al otro, de dramaturgos a narradores y poetas. Así fue hasta que escribí y publiqué mi primer libro, un volumen de cuentos, A pequena morte e outras naturezas.

   Más tarde publiqué la novela Mundos de Eufrásia, en la que trabajé seis largos años. En aquella época había terminado una maestría en creación literaria. Aun hoy lo que me interesa en literatura son sus infinitas posibilidades expresivas: es fascinante ver cómo cada narración puede ser un organismo propio, vivo, con su lógica, lenguaje, formato y respiración particulares.

   Entonces publiqué Labirinto da palavra, de crónicas y ensayos sobre literatura. Esos libros obtuvieron nominaciones y premios: Mundos de Eufrásia fue finalista del Premio São Paulo de Literatura en 2010, mientras que Labirinto da palavra recibió el Premio de Literatura de Brasilia en 2014 y fue finalista del Premio Portugal Telecom.

   Actualmente estoy terminando mi segunda novela, escribo guiones para televisión y planeo escribir en breve una obra de teatro.

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