FRAGMENTO DE LA DISTANCIA DE LAS COSAS
Es importante saber por qué ciertas cosas son lo que son. Quiero decir, saber por qué ocurren de un modo y no de otro.
El arcoíris, por ejemplo. El arcoíris puede parecerte muy extraño si no sabes que es sólo el resulta- do de la luz del sol brillando en un puñado de gotas de lluvia. Está bien, incluso si lo sabes continúa siendo medio extraño, pero al menos es algo extraño con un motivo.
Y es preciso comparar, siempre. Creo que es lo más importante en la vida, si quieres ser un tipo que entienda algunas cosas.
Por ejemplo: yo. Varios chavos en el mundo tienen catorce años, soy apenas uno de ellos. Y si piensas en la historia de la humanidad vas a llegar a la conclusión de que ya existieron trillones de chavos de catorce años. Y ninguno, fíjate, ninguno de ellos era igual a otro. Ni los gemelos son com- pletamente iguales.
Si no comparas, nunca vas a conocer bien a un chavo de catorce años, es lo que estoy tratando de decir. Así como jamás vas a entender lo que es el arcoíris.
Basta pensar que el arcoíris, en realidad, no existe en ningún lugar específico del cielo. Es una ilusión óptica. Las gotas de lluvia refractan y reflejan la luz de la misma manera, pero sólo algunas lle- gan ante ti. Las gotas que ves son el arcoíris. Dependiendo de dónde estés, lo percibes de una forma o de otra. Eso significa que no existe un arcoíris único, sino varios, cada uno visto por un observador diferente.
Hay otra cosa: el arcoíris puede cambiar de tamaño aunque tú no cambies de lugar, aunque te quedes ahí parado, hecho una estatua. Eso ocurre porque nuestro cerebro es muy limitado y sólo puede percibir desde de cierto ángulo. La verdad es que nuestro cerebro no puede con los arcoíris.
En caso de que no estés convencido todavía, recuerda que algunas personas sólo pueden imagi- nar la existencia de un arcoíris cada vez.
Pero existen arcoíris dobles, dos arcos en el cielo al mismo tiempo, a cierta distancia uno del otro. Y en el segundo de ellos, el orden de los colores es invertido con relación al primero, va del azul al rojo. Son raros, pero existen. Y ni hablar de los triples.
Entonces, nunca vas a poder describir exactamente la imagen de un arcoíris, a no ser que hagas comparaciones. Por eso es preciso comparar, para no perder el sentido de las cosas.
…
Mi papá murió en un accidente de coche cuando yo tenía tres años. No me acuerdo de él. Veía las fotos y me quedaba tratando de inventar algo, un recuerdo de él cargándome entre sus brazos, hablando conmigo, jugando a las cosas que los papás juegan con los bebés.
Pero eso es sólo invención, la verdad es que no lo recuerdo. Me gustaría recordarlo. Es triste cuan- do no recuerdas.
Traducción de Federico Ponce de León
Ediciones SM, 2010
|