©Jürgen Mai

 

DIOS ES BUENA ONDA Nº 8

Jesús nació en una choza bien pobre, en un lugar bien pobre, rodeado de vaquitas, estrellitas, una luna sensacional. Jesús nació en ese ambiente y María dijo: ese niño se va a llamar Jesús. Jesús Cris- tinho.

   Y Jesús Cristinho iba creciendo acá todo especial, teniendo unas experiencas místicas, sintiendo un gran amor universal. Jesús Cristinho veía las injusticias a su alrededor, los fuertes que siempre pisaban a los débiles, y eso hizo nacer, en el sagrado corazón de Jesús Cristinho, la compasión por los oprimidos, por los desvalidos, por los desdentados, por los explotados, por los sin-tierra.

   Total que Jesús creció, viniendo desde abajo con mucho esfuerzo, un carisma impresionante, y se volvió líder de los pobres, de los humillados, de las prostitutas, de los más necesitados, de los niñitos, de los leprosos.

   Nomás que Jesús era muy radical y se la pasaba no queriendo que los ricos entraran en el Reino de los Cielos, traía esa onda de meterse con los mercaderes del templo, luego con los güeyes que movían todo el bisnes, el dinero, la política entera. La onda de Jesús no era para nada el capital. Era el amor, compartir el pan, liberar el alma, etc. Demasiado radical.

   Los mercaderes del templo, que tenían acá sus buenas relaciones con el mercado internacional de dinero, que es la cosa más importante que existe, ya se andaban enojando con la popularidad de Jesús, con los leprosos acá creyéndose personas, y mandaron a Judas que delatara al divino líder revolucionario a cambio de un billullo en negro.

   Nomás que Judas era inteligente, entendía de marketing político y pensó que si él, Judas, hiciera un buen bisnes con Jesús, podría sacar grandes beneficios y hasta participar más efectivamente en el mercado internacional de dinero, que es la cosa más importante que existe. Entonces, en vez de delatar a Jesús, Judas fue y le dijo a Jesús que órale, Jesús, en vez de que acabe con tu vida – vas a ser crucificado y te va a doler y el mundo va a seguir siendo injusto –, hacemos unos acuerdos acá bien chidos, aceptas uno que otro pecadito de la banda, mantienes el bisnes fluyendo a los bancos, transformas a todos esos indios que andan atrás de ti en consumidores, resuelves todos los pedos con el mercado internacional de dinero, que es la cosa más importante que existe, y, luego, hasta mejoras la vida de los más necesitados; en la política no se pueden hacer alianzas estratégicas, arte de lo posible, etc.

   Jesús le entró y Judas se fue pa›l templo, fue también al mero centro, y le dijo a todo el mundo que se quedaran tranquilos, que Jesús no iba a desprivatizar nada, que los bancos, neta, en buena onda, paz y amor. Entonces los mercaderes también se dieron cuenta de que Jesús no era acá tan santurrón y dejaron a Jesús entrar a Jerusalén en los brazos de los más necesitados y los más necesitados se convirtieron en clase baja-alta llena de autoestima, y el camello pasó por el ojo de la aguja y nunca en la historia de este Imperio Romano los bancos lucraron tanto y tanto pan fue multiplicado. Unidos, los muy pobres y los muy ricos, comunistas y fascistas, mercaderes y leprosos, marxistas y ruralistas, subieron al cielo, arcángeles tocando trompetas. Jesús era el mero mero, pero.

   Judas acá, organizando el bisnes, manteniendo a los mercaderes tranquilos, asegurándole a los mercaderes que, ja ja ju ju, Jesucristo es nuestro y que la clase baja-alta está bajo control comprando yogurt y papitas, y que si acaso Jesús llegara a tener una crisis de compasión, o de izquierdismo, si Jesús saliera de nuevo con ese rollo de amor al prójimo, la propia clase baja-alta iba a clavar a Jesús en la cruz. La clase baja-alta adora crucificar a los demás.

Traducción de Juan Pablo Villalobos

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